El derecho al trabajo es una piedra angular para la construcción de una sociedad inclusiva y equitativa, y este tema se vuelve más relevante cuando se trata de las personas con discapacidad.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), existen 1,300 millones de personas que experimentan alguna discapacidad, y su situación social se agrava debido a las desigualdades presentes.
Por esto, el derecho al trabajo para ellos adquiere una relevancia aún más elevada, ya que no solo se trata de un principio ético, sino de una necesidad para fomentar la igualdad y la participación, sin dificultades, en la vida social y económica.
En este artículo exploramos la relevancia de este tema, para la gestión de personas en las empresas, y los retos asociados con el derecho al trabajo de las personas con discapacidad.
El derecho al trabajo para las personas con discapacidad está relacionado estrechamente con el principio de igualdad de oportunidades, el cual nos compromete con la eliminación de las barreras que podrían impedir que las personas con discapacidad participen plenamente en el ámbito laboral.
Estos obstáculos pueden manifestarse de diferentes maneras, ya sea por la falta de acceso físico en los lugares de trabajo, poca educación sobre el tema en las organizaciones, o por la presencia de estigmas y prejuicios arraigados en la sociedad.
La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad es un instrumento fundamental que subraya —en su artículo 27— el derecho de las personas con discapacidad al empleo en condiciones de igualdad.
Esto implica no solo la oportunidad de ganarse la vida a través de un trabajo elegido libremente, sino también la garantía de un entorno laboral que sea abierto, inclusivo y accesible para todos.
De igual manera, en el artículo 3 de la Convención existe un enfoque en el reconocimiento del derecho fundamental a vivir de forma autónoma, demostrando habilidades y talentos sin tener percepciones estigmatizantes del exterior.
Con ello presente, se reconoce que el acceso a un empleo, además de proporcionar un sustento económico para las personas con discapacidad, contribuye a la construcción de una identidad y una autoestima fuerte.
Este empoderamiento se traduce en una mejora significativa en la calidad de vida y en la construcción de organizaciones más inclusivas para los colaboradores.
Para las organizaciones se presenta la oportunidad de crear políticas, que sean capaces de superar los obstáculos que puedan dificultar la plena autonomía de las personas con discapacidad. Algunas de las estrategias son las siguientes:
En resumen, cuando en las organizaciones se incorporan estas políticas de inclusión, se logra enriquecer la cultura organizacional al incorporar perspectivas diversas y fomentar un entorno de trabajo que valora la contribución única de cada individuo.
De igual forma, velar por el derecho fundamental al trabajo para las personas con discapacidad ayuda a construir una sociedad donde todos tengan la posibilidad de contribuir y prosperar.